Y ya van dos veces...

Rabia, impotencia, fastidio, …es lo que siento ahora por no poder realizar unos planes que merodean desde hace ya meses por mi cabeza. ¿Cuántas veces le ha pasado esto a uno? Muchas. No salimos del pesar de no haber podido ir a Alpes y ahora, con ilusiones de una actividad aplazada anteriormente, hay de nuevo que posponerla.

Planificas todo sin olvidar ningún detalle, buscas info, hablas con unos y con otros a través de la web, miras y remiras croquis, estudias la vía hasta aprenderte de memoria donde se encuentra el “paso” más complicado de la misma, ese clavo salvador que te dá la vida por muy roñoso que esté, verificas dónde está esa fisura en la que meter un cabezón que te dejará respirar por momentos, dónde se montan las reus, por dónde puede haber un escape ante algún imprevisto, piensas en el material a llevar, escatimas en peso y piensas en que ese empotra que dejas y no llevas lo mismo luego te hace falta, piensas en el agua que te hará falta, estudias el descenso…

Está casi todo listo, sólo falta hacer la mochila para la escalada o ascensión y según se aproxima "el día D”, estudias también la meteo en la zona, pero empiezas a ver que no dan buenos pronósticos, imaginas y te autoengañas a tí mismo de que es posible que en unos días cambie…”...!! otra vez no, no puede ser!!...”. Vuelves a mirar el día siguiente otras tres veces, y el siguiente cinco veces, y el siguiente ocho veces….y los pronósticos cada vez peor…”...¡¡ cago en tó, en la meteo de los webs y en la madre que...!!...”.

A medida que pasa el tiempo le coges más y más respeto a esa vía que por unos u otros motivos se está haciendo de rogar, se resiste. Sabes que llegará el día, te imaginas allí, postrado, concentrado en acometer la actividad y notas como el corazón palpita, se acelera e intentas relajarte a través de la respiración, porque tampoco quieres que tu compañero de cordada te note nervioso, tu orgullo te dice que no puede verte nervioso. Por unos momentos pasa por tu cabeza “…ya estoy aquí, hoy sí…ha llegado el momento…” . Es una sensación que le llega y le marcan a uno de verdad, que nunca se olvida.

Miras el comienzo de la vía como estudiándola, pero en realidad tu mirada no se centra en ningún punto concreto, en ningún canto o bañera, hasta que han pasado algunos minutos en los que realmente te centras en los primeros metros. Hasta ese momento tu mirada no enfoca a ningún sitio, estás absorto en tus pensamientos y en ese deseado momento que ya ha llegado. Deseas vehementemente que nadie altere ahora mismo tu estado de concentración, que te digan algo que te haga salir de este estado mágico en el que ahoramismo te encuentras.

Ante todo el cambio de planes siempre hay que tener una alternativa o "plan B” del cual normalmente se suelen sacar experiencias muy positivas.

Está todo listo, estudiado y más que sabido, no es tiempo perdido y lo sabes, simplemente falta que el “Picu” nos dé ese lapsus de tiempo para así llegar a su cumbre.