…un escalofrío recorre mi cuerpo…Algo pone alerta mis sentidos. Oigo ruidos por las paredes…detrás de mí, a mi derecha, a mi izquierda…no simultáneamente en todas las paredes, pero si de unas a otras. No termino de saber si son por dentro o por fuera del refugio.
Dentro la leve luz que entra por la ventana e ilumina sinuosamente la mesa que hay justo bajo ella. Allí encima está la bolsa con el desayuno tal y como la he dejado.
Los ruidos siguen, a ratos pero no paran. Me intento imaginar a qué pueden deberse…¿quizá sean cabras que vienen a las proximidades del refugio en busca de algo de comida que haya podido dejar alguno de nosotros?, de hecho, mientras picoteaba antes de subir al Mulhacén ví excrementos junto a las paredes del refugio. Intento autoconvencerme.
Llevo algo menos de una hora metido en el saco. Los ruidos ahora están más cercanos a mí. Es como si estuviesen arañando la tarima donde me encuentro con el saco. Esto empieza a desquiciarme ya. Me incorporo y enciendo la luz del frontal. Los ruidos se han parado, pero cuando de nuevo me tumbo y apago la luz, empiezan de nuevo. A veces se oyen como si los tuviera a menos de un metro de distancia. En varias ocasiones repito la operación de incorporarme y encender la luz pero no veo nada, es como si algo se estuviese mofando de mí. Ya ni siquiera me tumbo, permanezco sentado dentro del saco. En una mano el frontal y en la otra la navaja abierta. Es como un corre que te pillo y espero a oir los ruidos, detectar de dónde vienen, dirigir el frontal en esa dirección y encenderlo para ver si veo algo. Nada, no veo nada y los ruidos paran al encenderlo. Así en reiteradas ocasiones.
Permanezco un buen rato sin encender la luz, inmóvil, con las pulsaciones como si estuviera corriendo 400 metros a todo meter, agobiado por los pensamientos que me vienen a la cabeza, a cuatro horas de la civilización, esto no puede estar pasando ¿qué hago? Sé que no estoy aquí solo, hay algo o alguien más conmigo.
Los ruidos aumentan en la tarima donde me encuentro. Van de un lado a otro en ella y a través de la pared también. Esperando encontrarme algo que no me iba a gustar, sin apenas hacer ruido me incorporo de nuevo, otra vez más y me quedo quieto… enciendo de nuevo la luz hacia donde más ruidos hay y más cerca de mí están.
Cual es mi sorpresa cuando veo un ratoncillo corriendo endiabladamente hacia su escondrijo, en una de las esquinas de la pared. ¡Le he pillado¡ ¡Mira que eres tonto Diego!, me digo a mí mismo, pensando en que lo que había allí no era humano.
En este juego del ratón y el gato ha pasado cerca de una hora. ¡Joder, tenía que estar durmiendo que tengo que madrugar! Me levanto y cojo algo de pan de la bolsa del desayuno. Acto seguido, compruebo si es posible que alguno de estos habitantes pueda subirse la mesa trepando por la única pata que tiene con el objetivo de mi desayuno, pero es imposible que suban por aquí o que salten desde algún otro lado. Hecho varias migas en la esquina donde he visto meterse al ratonzuelo, para que se harte y no me dé más la tabarra.
Venga Diego, a sobar. Cierro el bardeo y apago de nuevo el frontal.
Los pequeños ratoncejos, pues debe de haber más de uno, siguen de aquí para allá un rato más. Enciendo el frontal y veo como en la esquina hay más de uno zampando pan, je je, que graciosos, ya no se asustan. Les dejo a su rollo, no me preocupan.
Noto como las pulsaciones bajan estrepitosamente. Me veo en la cumbre del Mulhacén como horas antes…pienso en la churri….me empiezo a quedar dormido….me duermo…
¡Unos golpes! ¡Fuertes golpes! Llaman a la puerta. ¡Pero si son las 2 de la mañana!. ¿Quién será? ¿Alguien que ha llegado más tarde y que al ver cerrada la puerta quiere entrar?
Los golpes, bien fuertes, son a intervalos iguales: 3 golpes y una pausa, otros 3 golpes y parada de nuevo. Imposible que sea una cabra golpeando con la cabeza con deseos de entrar aquí, las pausas entre los golpes son demasiado perfectas y la fuerza con la que golpean la puerta en demasiada como para que la cabra no se quede grogui…Es como si dieran con muy mala leche.
Miro por la ventana desde mi posición, incorporado y con medio cuerpo dentro del saco, por si veo a alguien. Inconsciente mente, me veo con la navaja abierta de nuevo en la mano derecha. Esto no me gusta un pelo. Lo de los ratoncillos ha estado gracioso, pero no se porqué la sensación que tengo ahora es muy diferente, se huele en el ambiente que me rodea.
Miro por la ventana desde mi posición, incorporado y con medio cuerpo dentro del saco, por si veo a alguien. Inconsciente mente, me veo con la navaja abierta de nuevo en la mano derecha. Esto no me gusta un pelo. Lo de los ratoncillos ha estado gracioso, pero no se porqué la sensación que tengo ahora es muy diferente, se huele en el ambiente que me rodea.
Los ratones no se han acabado toda la comida, han debido huir tras el estruendo que allí hay. Los golpes siguen, pero ahora son a intervalos de 5 y no de 3 como antes ! Venga, a ver si es alguien que pide ayuda o algo! A ver si van a ser los albañiles que estaban con la mula que me están gastando una broma…Como sean, les parto la cara a todos, porque esto ya no hace gracia.
Bajo del altillo sin encender el frontal, con mi pequeña arma blanca en la mano…Estoy en la puerta y acaban de golpearla. Sube la adrenalina. Siento calor, mucho calor hasta el punto de sudar. Luego escalofríos muy fuertes. Por la ventana no veo a nadie. ¡Dios! Abro, o qué hago ¡venga no tengas miedo, lo que tenga que ser será!
Quito el cerrojo de arriba y abro la media hoja superior, a modo poli de la tele… Me aparto un par de metros hacia atrás y miro a un lado y a otro. No veo nada. Me acerco sigilosamente de nuevo hacia la puerta.

Fuera, una fina niebla envuelve el paisaje nocturno. Abro la hoja de abajo. Salgo del refugio con más miedo que Carracuca. Allí no hay nadie. Me doy la vuelta al refugio ya con el frontal encendido sin mirar atrás, esperando encontrarme algo, no sé, unos ojos de animal brillando en la oscuridad, algún gracioso, no sé, algo. Tengo un radio visual de unos 50 metros y no hay nada.
Permanezco en el poyete de fuera del refugio, sentado durante unos minutos con la espalda apoyada en la pared del mismo. No oigo nada. Hace frío y decido de nuevo volver adentro.
Intento buscar una explicación pero no la encuentro. Esos golpes… ¿de qué y de quién serían?
En el saco y muy cansado, compruebo que se ha hecho el silencio. Vaya nochecita que estoy pasando. Ha pasado más de una hora y sigo sin dormir en condiciones. Ahora me cuesta conciliar el sueño hasta el punto de pensar que no voy a dormirme ya. Los últimos acontecimientos me han alterado mucho. No creo que me duerma, no me duermo ya.
Permanezco en el poyete de fuera del refugio, sentado durante unos minutos con la espalda apoyada en la pared del mismo. No oigo nada. Hace frío y decido de nuevo volver adentro.
Intento buscar una explicación pero no la encuentro. Esos golpes… ¿de qué y de quién serían?
En el saco y muy cansado, compruebo que se ha hecho el silencio. Vaya nochecita que estoy pasando. Ha pasado más de una hora y sigo sin dormir en condiciones. Ahora me cuesta conciliar el sueño hasta el punto de pensar que no voy a dormirme ya. Los últimos acontecimientos me han alterado mucho. No creo que me duerma, no me duermo ya.
En el silencio, nuevos ruidos. Esta vez dentro del refugio. Proceden de la mesa donde tengo el desayuno, metido en un par de bolsas de plástico. ¿Estos cabrones de ratones no han tenido bastante? Pero... si es imposible que un ratón se suba ahí…lo he comprobado antes.
Como otras ocasiones esta noche mi mente intenta encontrar una explicación coherente a los ruidos que ahora produce la bolsa de mi desayuno. Me ponen la piel de gallina, parece que se hacen precisamente para eso, para inquietarme, para que no encuentre una explicación de por qué la bolsa suena así. Se retuerce, se aplasta.
Enciendo el frontal en varias ocasiones y el sonido cesa cuando hay luz. Así en reiteradas veces, tal y como pasaba con los ratones, pero si hubiera alguno en la mesa lo vería con seguridad encima de ella ya que no es muy grande.
La bolsa sigue haciendo ruido. Empiezo a pensar que al abrir la puerta del refugio, mientras buscaba fuera, “algo” ha podido aprovechar para entra y ahora está aquí, conmigo.
La bolsa sigue sonando como si la aplastasen, como si la retorcieran. Vaya noche que estoy pasando. ¿Podrían ser imaginaciones mías? Algo seguro sé: cuando he abierto por última vez la bolsa, la he dejado anudada y bien hacia arriba, por si a los ratones les daba por subir de alguna forma posible en la que yo no hubiera pensado… Tiene que haber sido eso, seguro.
Bueno, voy a ver la bolsa. Bajo de nuevo con el frontal encendido en dirección a la mesa. Ya no hay ruidos pero siento algo a mi alrededor que no me agrada, no me encuentro a gusto, sensación de desasosiego. Para sorpresa de mis ojos, la bolsa está aplastada. Aquí hay algo, miro a mi alrededor con el frontal, tras de mí, a los lados con el frontal, arriba… desesperado. Siento escalofríos y más desasosiego. Con la bolsa en la manos veo lo que me confirma totalmente que esto no ha sido obra de algún animal, es que el nudo de la bolsa esta casi deshecho…
Me tengo que ir de aquí, me voy de aquí YA. Venga, coge las cosas, haz la mochila y sal de najas de aquí. Los acontecimientos han ido a peor a medida que la noche ha avanzado ¿Qué será lo siguiente? No quiero pensarlo, ni quiero pensar en la cumbre de mañana, la Alcazaba, ya he tenido bastante con todo esto. No puedo seguir más tiempo aquí.
Hacia las cuatro de la mañana y con noche cerrada emprendo el camino de vuelta al coche, en el que emplearé algo menos de tres horas, habiéndome desviado del camino, teniendo que retroceder y retomarlo de nuevo, cuando para ir y sin tener problemas de localización del camino tardé casi cuatro horas…
En el frío del amanecer y con el cielo despejado, llego al coche. Es viernes y casi las siete de la mañana. Tras enviar un sms a Laura diciéndole donde me encontraba, me siento dentro. No he parado en ningún momento durante el regreso, sólo a veces miraba hacia atrás…Tampoco he bebido, ni desayunado y el cansancio después de tantas horas non stop, a esta altura y con lo acaecido, me ha matado…

Dentro del coche, el cálido sol se refleja levemente en mi cara. Qué bonito son los amaneceres, son el calor, la vida…Con tranquilidad y paz en mi interior me dejo llevar…no puedo más…mi cuerpo se desvanece… ¿qué había allí? Me pregunto ¿qué había allí?... me duermo…
¡Pero qué miedo!
ResponderEliminarNoche de inferto.
¿Y al final nunca supiste qué era?
¿No sería tu imaginación que te gastó una mala pasada?
¿El nudo casi deshecho?
¿Has vuelto a ir?
Slds
Menuda noche de miedo... y tu solito, sin mi...
ResponderEliminarMuy buen relato... pero otra vez en el kit de supervivencia llévate unos taponcicos jajajjaja
ResponderEliminarBuen relato de verdad ;-)
Un saludo y hasta la viosta alpinista...
Wenas!!
ResponderEliminarFer, no supe lo que era pero vamos,de humano "visible" tenía poco, por no decir nada. Hay quien me ha dicho que si podía estar sugestionado...que si la imaginación...pero no, era perfectamente consciente de lo que allí estaba ocurriendo.
Era algo inepto con esto de los sucesos paranormales, hasta que viví esta experiencia.
Esto pasó en el 2003, y mira con que detalles he descrito ambos post...no se me ha olvidado nada...No he pasado tanto miedo en mi vida. Inolvidable.
Estuvimos 2 años después Laura y yo, había más gente y no pasó nada de nada. También te digo que no creo que vuelva a dormir de nuevo allí solo...
Whiteness, ya viste como era aquéllo y "ande" estaba, como te dije cuando estuvimos: imagínatelo en solitario....
Juan, no me hacen falta tapones tronquete, cuando me tumbo pueden estar bombardeando que ni me entero!! Al minuto de planchar la oreja estoy OUT, je je je.
Allí lo que más se apreciaba era una sensación de desasosiego total, como si se oliera en el ambiente...Tela.
Un saludo, Diego.
Que buen relato, y veridico... A mi me paso algo parecido una vez, en el soportal de una iglesia romanica de camino a Huesca, y resultó ser un peazo de zorro que estaba intentando abrir la bolsa de comida que tenia justo al lado de mi cabeza... Imagina el susto que me di cuando entreabro la capucha del saco, miro, y me veo la afilada dentadura del raposo y sus ojos con pupilas dilatadas mirandome con cara de Poker... Me incorporé chillando, y creo que se asustó mas él que yo, pero como volvía a intentarlo al rato, al final le eché la bolsa lo mas lejos que pude, toda llena de babas zorrunas, y finalmente pude dormir tranquilo.
ResponderEliminarSi, son experiencias inolvidables, pero al menos yo vi al "ente perturbador", jojo...
Un saludo
Hola joseMi,
ResponderEliminarJoer con el zorro, no tenía otra cosa que hacer el raposo, igual que los ratoncillos que "al principio" me acojonaron....Pero lo que vino después.....No se qué sería, pero sugentión mía te aseguro que no.
Un saludo, Diego.