Atrás quedó el verano (2ª parte)

Creo que este ha sido, de lejos, el post más complicado de escribir de todos los que ya llevamos publicados. Complicado, por tener que resumir y encontrar las palabras exactas para resumir las dos semanas de vacaciones que nos quedaban todavía después de la experiencia del Picu. Porque lo que nos quedaba, sin saberlo, eran dos semanas pasadas por agua, y de 14 días que pensábamos que íbamos a acabar hartos de tocar roca, nos quedamos en 6.

Después de la noche de tormenta que pasamos en el refugio Vega de Urriellu amanece un día medio despejado en alturas y con la niebla metida en los valles. Aún así, decidimos bajar porque se está acercando a marchas forzadas otra borrasca que barrerá en los siguientes días la Cornisa Cantábrica. El camino de bajada hacia Pandébano, como siempre, espectacular.
Tras pasar noche en Arenas de Cabrales, y muchas consultas a las webs de meteorología, encontramos una posible ventana de buen tiempo en León, y para allá que nos vamos. El lugar elegido es Sena de Luna, por estar cerca del Valle de Arbás, del Macizo de Peña Ubiña, y de las peñas de la zona que también ofrecen mucha variedad de escalada tanto en clásica como en deportiva.
El martes, viendo que amanece despejado, nos acercamos a “La línea blanca”, en el Pincuejo. Es una vía rápida, cerca del aparcamiento y con las reuniones instaladas, por lo que es relativamente fácil abandonar en caso de lluvia, cosa que tenemos que hacer porque se nos pone de nuevo a llover. Ya se tiraría lloviendo sin parar hasta el jueves por la  noche.

El viernes amaneció despejado, y eso, unido a la noticia de que unos amigos se van a acercar a la zona a equipar una vía, nos animó algo y nos hizo ir a terminar “La línea blanca”. Sorprendentemente, y a pesar de la tromba de agua que estuvo cayendo esos días, solo rezumaban un poco las fisuras.
La vía es magnífica, aunque no la pudimos disfrutar como se merecía porque teníamos un ojo puesto en el cielo, aún sin fiarnos de él. Se encuentra semiequipada, con las placas y los pasos más expuestos cubiertos con parabolt y las fisuras limpias. 
Aunque no suele ser lo habitual (lo normal es bajarse del tercer largo), el cuarto largo merece la pena hacerlo por un pequeño desplome antes de llegar a la reunión, que sin ser difícil, tiene una secuencia de pasos que a nosotros nos parecieron muy estéticos. Desde ahí, en dos rápeles se puede bajar cómodamente al suelo.
A la mañana siguiente, nos encontramos con nuestros amigos y subimos con ellos al Cotón de Lancara. Nos recomiendan hacer la “Puto Peaje”, también semiequipada, corta pero con una fisura de manos que hizo las delicias del jefe de cordada.
 Una vez arriba, tan solo queda disfrutar de las vistas (aunque algo estropeadas por la autopista que da nombre a la vía) y de la compañía, quienes amablemente nos invitan a cenar de lo poquito que traen...
Todo es mejor si se tiene buena compañía :)
El día siguiente continua con el cielo despejado y decidimos ir a Peñas del Prado. Nos habían hablado muy bien de la zona y no queremos dejar pasar la oportunidad de ir. Ya nos habíamos acercado en misión de reconocimiento uno de los días que estuvo lloviendo y gracias a uno de los amiguetes, David, ya sabemos donde podemos aparcar y por donde subir de forma más directa y cómoda.

La elegida es la “Noches de escuela” combinada con el último largo de la “Venus” Los dos primeros largos son dos elegantes placas que nos resultan muy divertidos y muy buenos por la calidad de la roca, y es que los pedriceros nos movemos bien en placas  ;) .
El tercer largo discurre por un corto muro que nos deja al pie de un desplome en travesía con buenos agarres de manos, aéreo y espectacular, de los que te dejan con la sensación de que sabes escalar y todo.
El cuarto largo, un muro adiedrado y ligeramente desplomado que hace las delicias de Diego, nos deposita en la última reunión antes de la cima. Como no tenemos muchas ganas de darnos el pateadón de bajada, rapelamos la vía (las reuniones están todas equipadas), eso sí, con cuidado de no tirar piedras a las cordadas que todavía evolucionan por abajo o a las que están a pie de vía, pues hay muchas de tamaño considerable sueltas en la reunión del tercer largo y en la canal que se forma debajo del desplome.
La primera semana termina y tenemos que decidir, una vez más, que hacemos. La previsión del tiempo vuelve a empeorar, se prevé que entre la semana siguiente otra borrasca del Atlántico y ya dan mal tiempo el lunes. Decidimos ir a Pirineos a intentar hacer una nueva vía que nuestros amigos de Sendero Límite han abierto en el Aspe.

Si decidís en algún momento desplazaros de A a B en función de lo cerca que se ve en el mapa, hacedme caso y no lo hagáis. Lo que parece ser un viaje relativamente rápido se convierte en 8 interminables horas por todo tipo de carreteras. Tenemos claro que después de semejante panzada de carretera, no podemos meternos una actividad que en el mejor de los casos nos llevaría 10 horas, por lo que al día siguiente nos vamos de reconocimiento a localizar el comienzo de la vía y la bajada de la normal al Aspe, ya que no hemos estado nunca allí.

Ya a mitad de camino cambia el tiempo, encapotándose. Las cumbres se cubren de niebla y nos comienza a caer una leve llovizna. Otra vez. Se suponía que ese día todavía estaba el tiempo estable en la zona y que el día de cambio sería el día siguiente, pero se ha adelantado, por lo que decidimos bajarnos a Riglos.


Llevamos mucho tiempo con ganas de hacer el “Espolón del Adamello”, asediado los fines de semana, y pensamos que es una buena oportunidad de hacerlo y de subir luego por la Normal al Mallo Pisón. Animados, nos encaminamos al Mallo para descubrir que efectivamente, no hay nadie en todos los Mallos… excepto una cordada de dos metidos precisamente en el Espolón.

Van lentos y con algún problema de coordinación, por lo que decidimos por su seguridad y nuestra tranquilidad no pedirles que nos dejen pasar y hacemos la vía con ellos, aunque esto nos costará no poder subir al Pisón porque se nos van 5 horas a pleno sol en pared.
Al día siguiente, para variar, se levanta el día amenazando lluvia y decidimos hacer turismo. La verdad es que estamos ya más que hartos de carretera y de no poder escalar de continuo, pero las experiencias de rapelar bajo la tormenta siguen resonando en nuestras cabezas y a ninguno de los dos nos apetece volver a repetir…

Poco a poco se nos están yendo los días y casi rezamos para que el viernes se levante despejado. Así lo hace y decidimos ir a la “Edu Roche” en Peña Rueba, una bonita y exigente línea completamente equipada y con la posibilidad de rapelarla completamente si no se hace el último largo que sube a la cima del Mallo la Mora. Aquí en Peña Rueba el conglomerado es más fino y más cohesionado en la roca, y se nota en los dos primeros largos.
Los siguientes dos largos son bastante asequibles y me animo a hacerlos yo.
Poco a poco vamos ganado terreno y nos concentramos en la escalada, tanto, que no hacemos apenas fotos, y en el largo que le da el grado a la vía no hacemos ninguna. 
Han sido dos semanas difíciles y notamos que no estamos todo lo centrados que deberíamos estar. Y como no tenemos ganas de hacer todo el recorrido de bajada del Mallo por la ferrata, nos bajamos desde ese largo sin hacer cumbre, con una sensación agridulce.

Ya no podemos hacer nada más, porque la borrasca está bajando hacia la zona y es tontería seguir por aquí. Unos amigos que viven cerca se ofrecen a acogernos y darnos una cena de reyes (¡¡¡gracias Clara y José!!!!), y al día siguiente, tras hacer un poco de turisteo por aquí y por allá, ponemos rumbo a casa.
¡¡¡ Qué bien se escala con varios pacharanes en el cuerpo!!!

Echando la mirada atrás, y con la distancia de estos meses, ahora nos damos cuenta (por lo menos yo), que no han sido unos días tan catastróficos como pensábamos por aquel entonces. Como siempre, hemos tenido la inmensa suerte de disfrutar de la compañía mutua y de la de grandes amigos, que son los que en el fondo nos hace salir a la roca. Todo lo demás - el mal tiempo, el calor, los imprevistos... - no dejan de ser meras anécdotas que nos hacen evolucionar como escaladores y como personas.
(Toda la información sobre las vías y las zonas donde se encuentran podéis encontrarla en las guías de escalada Cordillera Cantábrica, Escaladas Selectas en Roca, Riglos Vertical e Internet)

* * *BUENAS ESCALADAS * * *

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